martes, 19 de julio de 2011

LA PIEL QUE HABITO

Desde una de las butacas
en un teatro sin público...en semipenumbras...
espero el milagro que me hará sentir
que los mortales podemos:
habitar el Edén en la tierra.

Como quién atraviesa el sahara
en busca de un oasis que no sea espejismo;
sino el sitio donde calmar la sed para seguir vivo.
Así espero el ensayo de los instrumentos
de la filarmónica que componen la orquesta.

La piel que habito: agudiza los sentidos.
He aquí la alquimia, el ansiado elixir,
la luz divina, el cielo prometido,
la premisa perfecta, el permiso otorgado,
la promesa cumplida.

Todos se concentran en el tono indicado.
Las cuerdas, los vientos;
los dedos del pianista como un rayo de luz
sobre el teclado. Sincronismo y afinación
de todos los instrumentos.

El director sostiene la batuta
entre sus manos sensitivas y flexibles.
Veo su espalda, su cabeza erguida.
Imagino sus ojos, que al igual que las manos
trasmiten la esencia de su vida interior .

Percibo su intención expresiva y comunicativa.
Intuyo que su mente repasa
cada detalle de la partitura:intervalos armónicos,
acordes; que también mimemoria
repasa con la emoción intacta.

El gesto inicial, y el tiempo al aire previo
que el eximio director indica con sus brazos:
señalan que Wagner, el grandioso compositor
de Thanhauser, se corporizará en instantes.
El director, mudamente, entonará la letra.

La voz de la soprano irrumpe como etérea.
Pero es sólo apariencia. La fuerza y pureza
de su registro impactan haciendo vibrar
la emisión de su propia emoción
al entonar la letra.

La misma intensidad tendrán las otras voces.
Que inevitablemente dará
tonalidad a mis lágrimas. Me levanto
como si levitara y abandono el recinto
cuya acústica debe ascender al mismo cielo.

He vivido el ritual de un nuevo bautismo.
Necesitaba el sonoro renacer
de las sabias leyes del contrapunto.
De intervalos y unísonos,
de la música sin cuyo alimento agonizo.

Siento en mi espalda...
las alas que renacen. La proyección
del canon infinito; la melodía propia
de mi alma que armoniza con el infinito.
Me acompaña el amor: entre Wagner y la Música.-

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