sábado, 15 de enero de 2011

Contemplación


Dulce y piadosa como una madonna

que en madre placidez disfruta al hijo,

tan sólo con la gracia de sus manos

inventa juegos que complace al niño.

Tras el vitraux la claridad se filtra

deslizando su luz hacia el espacio

y allí se queda, para escuchar el canto

y el niño dulcemente se adormece.

Halo de luz enmarca cual retrato

a los dos seres que allí permanecen

sacro misterio donde el alma pura

bendice la pureza del abrazo.

Armoniza con paz la melodía

emitiendo sonidos celestiales,

la música conjuga con el chelo

la melodía que del piano sale.

Canción de cuna que adormece al niño

confiado por estar junto a su madre,

manto de cielo le pondrá la donna

mística etérea viene de la tarde.

También en el jardín hermosas flores

son brisa de color que mece el aire,

en tanto esperan que descanse el niño

las bellas flores lo verán más tarde.

Alguna de ellas cortará la madre

cuando salga traquila con el niño,

irán también detrás la mariposa

que duerme entre las flores cada tarde.

Transcurre así la vida de esta virgen

que alcanza plenitud junto a su niño,

será su voz una lejana estrella

la misma voz que dice: Dios te salve...

viernes, 14 de enero de 2011

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Campanillas azules


Allí están, tempraneras cubriendo
el cerco de ligustros cual osadas

equilibristas de un circo descampado.

Están en lo más alto, amontonadas

como en puntas de pie, tersas,felices

por la lluvia que anoche

las sorprendió dormidas.

Tejen guirnaldas de sinuosas curvas

formando distintos arabescos.

Y a intervalos de música en seisillos

van cayendo en cascadas

largándose hasta el piso.



Ha poca distancia han crecido los cardos

sus erizos punzantes para protegerlas;

ellas ríen intrépidas y entre los pastos juegan

a esconderse entre matas de malva distraída.

Flacos, duros, enhiestos, desafiantes

los cardos muestran sus flores de peluche,

los pompones liláceos y de flecos

esquivan las caricias, sabiéndose muy machos.



Rien las campanillas azules carcajadas

cada vez más audaces, cada vez más osadas

van a la vereda porque no tienen patio

en cordones rastreros mientras suben y bajan

e invitan a una ronda a las flores de malva.



Campanillas azules inmutables al tiempo

que adornaron mi largo pelo de la infancia.

Yo vislumbro un secreto íntimo, de magia

pacto de eternidad, en que reencarnan

frescas y azules sobre los ligustros

a quién regalan silenciosas guirnaldas.