Por la calle larga que da hacia la plaza,
aparece el perro de orejas muy largas;
meneando su rabo,haciéndole fiestas
espera a su dueño de erguida cabeza.
En cada mañana,cual rutina inglesa,
avanza despacio la flaca silueta;
a nadie saluda,nada lo molesta
retumban sus pasos, síncopa discreta.
en un remolino de pelos y orejas
el perro le sigue, mirándole cerca;
rozando sus piernas, baja la cabeza
y el hombre palmea la blanca saeta.
A ciencia muy cierta,nadie sabe nada
de éste forastero de cejas muy gruesas;
y tejen historias llenas de proezas
parroquianos viejos de gastar pereza.
En los mal olientes bares de éste pueblo
donde los mediocres tienen su lugar;
es tema obligado la diaria rutina
del hombre que ignora la burla mordaz.
Por la calle corta,detrás de la iglesia,
de tarde regresan,cansados de andar;
el hombre y su perro de largas orejas:
nadie sabe dónde...van a descansar.
aparece el perro de orejas muy largas;
meneando su rabo,haciéndole fiestas
espera a su dueño de erguida cabeza.
En cada mañana,cual rutina inglesa,
avanza despacio la flaca silueta;
a nadie saluda,nada lo molesta
retumban sus pasos, síncopa discreta.
en un remolino de pelos y orejas
el perro le sigue, mirándole cerca;
rozando sus piernas, baja la cabeza
y el hombre palmea la blanca saeta.
A ciencia muy cierta,nadie sabe nada
de éste forastero de cejas muy gruesas;
y tejen historias llenas de proezas
parroquianos viejos de gastar pereza.
En los mal olientes bares de éste pueblo
donde los mediocres tienen su lugar;
es tema obligado la diaria rutina
del hombre que ignora la burla mordaz.
Por la calle corta,detrás de la iglesia,
de tarde regresan,cansados de andar;
el hombre y su perro de largas orejas:
nadie sabe dónde...van a descansar.
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