Hubo un tiempo en mis días
en que alguien ya cansado de tanto ser feliz
salió a repartir sueños.
Y así en el último asiento de un micro
saliendo de nuestras facultades y apurados
por llegar a casa, descubriste mi rostro.
No fui yo quien puso en el camino
recortes de palabras para que me siguieras.
Mi amiga fue el enlace y el tiempo
ya cansado del mal humor del frío
irrumpió en primavera; y también,
por ausencia de terceros
caminando la tarde nos encontró el domingo.
Hoy vago errante por las mismas calles
buscando algún indicio de ese lejano tiempo
en que, para abrigar mi cuerpo:
donde estuviese, ibas a buscarme.
Hay un frío doloroso y extraño
que en agonía lenta se discurre...
orillea el frío de la muerte
y entumece mi cuerpo.
Como el que carga la funesta suerte
su aterido temblor por esas calles.
Cuando discurra la escarcha por mi sombra
y aún a plena luz no haya palabras,
tocarán a requien las campanas:
por esta muerte mía...absurda...inexplicable.-
oh! no sé porque me entristecio, sospecho que esa fué tu intención..
ResponderEliminarme entristeció, y sospecho esa es tu intención.
ResponderEliminarHay un motivo que lo generó, y ocurrió ayer...ya voy a contarte...pero ví esa imágen y me di cuenta que no sólo era el llanto de los ojos, hay un dolor muy profundo que estaba totalmente dormido y al reflotar fue un dolor muy hondo, ambas son recuerdo de un principio acontecido hace muchos años y luego darte cuenta horrorizada, que ya nunca nada volverá a ser igual...es mía la tristeza amigo...
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