Allí están, tempraneras cubriendo
el cerco de ligustros cual osadas
equilibristas de un circo descampado.
Están en lo más alto, amontonadas
como en puntas de pie, tersas,felices
por la lluvia que anoche
las sorprendió dormidas.
Tejen guirnaldas de sinuosas curvas
formando distintos arabescos.
Y a intervalos de música en seisillos
van cayendo en cascadas
largándose hasta el piso.
Ha poca distancia han crecido los cardos
sus erizos punzantes para protegerlas;
ellas ríen intrépidas y entre los pastos juegan
a esconderse entre matas de malva distraída.
Flacos, duros, enhiestos, desafiantes
los cardos muestran sus flores de peluche,
los pompones liláceos y de flecos
esquivan las caricias, sabiéndose muy machos.
Rien las campanillas azules carcajadas
cada vez más audaces, cada vez más osadas
van a la vereda porque no tienen patio
en cordones rastreros mientras suben y bajan
e invitan a una ronda a las flores de malva.
Campanillas azules inmutables al tiempo
que adornaron mi largo pelo de la infancia.
Yo vislumbro un secreto íntimo, de magia
pacto de eternidad, en que reencarnan
frescas y azules sobre los ligustros
a quién regalan silenciosas guirnaldas.
Hermoso poema!!..hermoso canto a la dulzura y a la naturaleza...bravísimo!!
ResponderEliminarJaime!...compañero de luces en las sombras del alma, donde busca refugio la voz adormilada de los años, y desde allí saldremos a capturar crepúsculos que conserven paisajes de alegría sagrada...compañero de senda inmaculada y sublime hacia donde la vida proteja las palabras
ResponderEliminarAmada hermana...aquí traigo estas simples y amadas campananillas, para que el verde de tus ojos muestre el asombro repetido de los años,y adorne las estampas de esta memoria nuestra donde siempre hubo flores, y risas y cantos que habrán de perpetuarse cada vez que unos ojos vuelvan a detenerse buscando el nombre exacto del color de estas flores, llamadas campanillas
ResponderEliminar